martes, 2 de diciembre de 2008

Interior día


Y fracasa el mundo en su intención de derretir mantequilla a escupitajos. Y fracasan, sin estar borrachos, todos los mensajes embotellados.
Y el amor… fascinante, caótico, químico y pegadizo como una canción de cuna brasileña, intentando enredarse entre los puntos neurálgicos de La Vía Láctea, bajo la cintura. Y se pierde el Sur.
Desastres internos, corazones tallados en madera dentro del congelador, por si vuelve a nevar en verano. Un poste telefónico al caer, un árbol en medio de un incendio, un electrón cayendo a un charco… diferentes maneras de quejarse, o de no decir nada.
Y no recuerdo lo que tenía que olvidar.
Libros a medio leer dentro del horno, pan en la bañera, ropa interior en el buzón… ron, tiritas, hilo dental y otras monstruosidades de camino entre el sofá y un plano ficticio.
¿Sigue un espejo reflejando una imagen si no hay nadie para verla?
La calle se estrecha hasta un punto invisible donde no hay oxígeno. Hace frío y pienso en cosmonautas, y en la extinción de los dinosaurios, y en la niña del abrigo rojo sobre fondo en blanco y negro, y en la autopsia del falso extraterrestre de Roswell y en Lichtenstein. Y pienso en la cara de Mae West.
Las horas no caben en el reloj de viento. Debemos separarlas en segundos para rellenar todos los huecos.
¿Beatles o Rolling Stones? ¿Oasis o Blur? ¿Piratas o Planetas?
Las marcas de los calcetines tienen vida propia, se puede leer el futuro en ellas.
Pasta de dientes genérica, medicinas caducadas, la tarjeta de crédito, una quemadura de cigarro en el abrigo de los domingos, otra en el de los viernes…todos los días de la semana.
Hoy no ha venido el cartero. Parece razonable, ya que no viene nunca, pero hoy me ha parecido raro. Será por la luz que tiene el día.
Galletas de perro, una cafetera silbando, el periódico de la mañana. Hoy me apetece llegar tarde al trabajo. La colada en la lavadora, el tren de las diez, los amigos de la chica de la cafetería, cinco tenedores, la bolsa de la compra, Harold Lloyd.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

*_* vaya! Cuando uno se quiere poner serio... Molas.

En cuanto a lo de comprar eso... xD es todo por internet -.- asique tarjeta de credito y tal... yo ya he comprado un par d unidades y es muy seguro (aunk estoy mas acostumbrado a comprar por internet). Ah, y no es un libro jajaja, es un relato que escribí hace tiempo, que maqueté para probar como funcionaba todo lo de editar y tal.

volare dijo...

No sé qué decir...me ha encantado descubrir esta parte tuya. Ver a Harold Lloyd colgando de ese reloj ya me ha atado los ojos al texto definitivamente.
Todo es tan...como yo, que me parece que lo voy a adoptar de sintonía de cabecera.

Besos

Job dijo...

Esta hecho usted todo un poeta mr trampero.

El espejo es como el arbol que se cae en el bosque ¿Se oye?? Pura filosofia oriental.

Un saludo.